La problemática del agua en las grandes ciudades
Las ciudades tratan el agua como si fuera mercadería y su
desarrollo está impactando en un recurso que no es inagotable y que de
continuar de esta manera habrá un déficit de agua del 40% en menos de 20 años.
El efecto del
cambio climático sobre los recursos hídricos es cada vez mayor. Dicha situación
afectará aún más la disponibilidad y cantidad de agua a la que los humanos
tendrán acceso para necesidades básicas, sumado al efecto que ya de por sí
tiene su utilización en el mundo.
El uso global de
agua se ha multiplicado por seis durante el siglo pasado y se espera siga en
constante aumento debido al crecimiento demográfico, el desarrollo económico y
los cambios en los patrones de consumo. De esta forma y de acuerdo con datos de
las Naciones Unidas, de continuar así, los humanos se enfrentarán a un déficit
mundial de agua del 40% para 2040.
Estos efectos
también se extienden a la calidad del agua disponible. Hoy en día, alrededor
del mundo, el 80% de todas las aguas residuales se liberan al medio ambiente
sin tratamiento y el 40% de la población - 2.600 millones de personas - carecen
de saneamiento adecuado. Para estas personas, el riesgo de contraer
enfermedades transmitidas por el agua es una constante en crecimiento, aun más
para aquellos que se encuentran bajo la línea de pobreza. Además, y según un
trabajo de UNICEF todavía 1 de cada 4 personas en todo el mundo carece de
acceso a agua potable.
Debido a esta
situación se espera que las grandes ciudades en particular se enfrenten a una
escasez de agua cada vez más severa e importante. Su relación con el agua es
complicada, ya que no solo son grandes consumidoras de agua, sino que también
ejercen la mayor presión sobre los sistemas e infraestructura. El aumento de la
población urbana va de la mano de un aumento de la demanda de agua para la
fabricación, la generación de energía térmica y el uso doméstico.
Sin embargo, la
infraestructura de agua actual no es capaz de distribuir de manera segura y
eficiente esta cantidad de agua a través de las ciudades. Los sistemas de
suministro y plomería obsoletos continúan mostrando signos del paso del tiempo
y deterioro, y gran parte de la valiosa agua potable está muy contaminada o ni
siquiera llega a las canillas de los hogares. La pérdida del 50 % de agua a
través de fugas en redes de distribución de agua obsoletas no es infrecuente en
las zonas urbanas. Agua que, si se ahorra, podría abastecer de agua potable
hasta 20 millones de habitantes de zonas urbanas.
Usar el agua de manera eficiente y económica nunca ha sido más
importante que en la actualidad y, sin embargo, se sigue tratando al agua como
un bien inagotable. Ahora bien, ¿cómo se debe enfrentar esta
problemática?. Adaptar las ciudades para hacer frente a la escasez hídrica de
forma eficaz es posible, pero requiere de una mentalidad radicalmente
diferente.
En Argentina la pérdida de agua por fuga equivale al 40%. En
los EE. UU., un promedio del 13% del agua doméstica se pierde a través de inodoros,
canillas y electrodomésticos con fugas. Puede que esto no parezca mucho, pero
todas esas gotas ascienden a casi 25 mil litros por año por hogar.
Si se hace de
manera eficiente, el agua se puede usar para mucho más que beber y limpiar.
Calentar edificios con agua recirculada a través de tuberías es una práctica
común para los sistemas de calefacción por suelo radiante. Sin embargo, con el
aumento de las temperaturas en las ciudades, el mayor desafío es mantener los
edificios frescos. En comparación con el aire acondicionado, la refrigeración
por suelo radiante es mucho más eficiente energéticamente y proporciona,
además, un efecto de refrigeración mucho más cómodo.
¿Y entonces por dónde empezamos?
La reparación de
fugas de agua en áreas urbanas más grandes resultará en un menor desperdicio de
agua limpia. Las aguas residuales y el agua de la atmósfera se pueden capturar
y filtrar para reducir el uso de agua. El agua se puede utilizar para la
regulación del calor, lo que reduce el uso de recursos para calentar y enfriar.
La implementación de estos conceptos de una forma u otra en los sistemas de la
ciudad marcará una gran diferencia, permitiendo que las ciudades estén cada vez
más preparadas para el futuro.
En las áreas
urbanas, el agua está disponible a través de la canilla, lo que crea la ilusión
de que el agua limpia y el agua potable no son recursos. Existe una necesidad
evidente de un cambio de paradigma en la forma en que pensamos y manejamos el
agua limpia.
Los problemas del agua se abordan generalmente como un tema global cuando, en realidad, los problemas y desafíos deben resolverse a nivel local. La colaboración entre diferentes sectores es un factor clave para liderar el cambio. Todos somos parte de este cambio - ciudadanos individuales, iniciativas locales, empresas, instituciones del conocimiento y es importante que alcemos nuestra voz para quienes se encuentran en posiciones de liderazgo, mientras de gobierno, planificadores de obras y más, tomen mayor conciencia sobre esta problemática y realicen proyectos que ayuden a mitigara, antes que la situación empeore. Las ciudades ya no pueden tratar el agua como mercadería y las medidas que tomemos en el presente serán de gran impacto para el futuro.